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Coronadeuda o afrobonos. Parte I

Coronadeuda o afrobonos. Parte I
China es “propietaria” del 40% de la deuda del continente africano, cosa que no es ningún secreto. Es más, China es uno de los principales acreedores de los países en desarrollo, superando con creces los préstamos que realiza a los países de África al de otros acreedores. Imagen: Martin Charlotte
China es “propietaria” del 40% de la deuda del continente africano, cosa que no es ningún secreto. Es más, China es uno de los principales acreedores de los países en desarrollo, superando con creces los préstamos que realiza a los países de África al de otros acreedores. Imagen: Martin Charlotte
China es “propietaria” del 40% de la deuda del continente africano, cosa que no es ningún secreto. Es más, China es uno de los principales acreedores de los países en desarrollo, superando con creces los préstamos que realiza a los países de África al de otros acreedores. Imagen: Martin Charlotte
China es “propietaria” del 40% de la deuda del continente africano, cosa que no es ningún secreto. Es más, China es uno de los principales acreedores de los países en desarrollo, superando con creces los préstamos que realiza a los países de África al de otros acreedores. Imagen: Martin Charlotte

Por Álvaro Martín de Vega. No vamos a ser menos que los demás y vamos a opinar sobre la deuda africana en tiempos de pandemia. No tiene ninguna diferencia con respecto a otras épocas vitales de nuestra reciente historia: Analizamos como debe gestionarse lo que adeuda un pueblo, y por ende un continente, desde despachos alejados, con una visión geopolítica y estratégica global que habla mandarín, twitea en inglés, se mueve en las pegajosas aguas de la francofonía y deja el swahili como una excentricidad tanto idiomática como funcional, hasta para ser puesta en valor por la Unión Africana.

Dicho esto, ¿Qué pasa con la deuda de los países africanos? Ya no podemos hablar de las mismas consideraciones de deuda que en la década de los 80. Han pasado demasiadas cosas como para que sigamos comparando bajo el mismo prisma, pero no por ello debemos obviar la inmoralidad de ser deudores de quienes se vieron obligados a pedir préstamos. Y donde ambas partes sabían que no se cumpliría nunca el pago. Así que vaya por delante que hablamos de colonialismo: claramente amoral, pero más sofisticado.

La introducción en 1996 de la iniciativa HIPC (para Países Pobres Altamente Endeudados), y su expansión a través de la Iniciativa Multilateral de Alivio de la Deuda en 2005, lograron reducir considerablemente las deudas de países como Mozambique, Ghana, Senegal, Kenia, Angola y Etiopía, siendo casos exitosos que dejaron atrás las imágenes de hambruna y muerte que coparon portadas de prensa (no fueron los únicos en el ranking del dolor africano).

Pero como bien explica Gonzalo Fanjul (Abril 2019), la deuda de los 80 y 90 que pesaba más sobre lo público ha cambiado, y ahora estamos en el espacio de la deuda privada; de aquella que viene de bancos y acreedores privados. Aquí es donde se complica un poco mas todo: Con el crecimiento de economías emergentes como las de Nigeria, Senegal, Angola, Costa de Marfil, Kenia, Uganda, Ruanda o Etiopía, con una media de 6% en la segunda mitad de la pasada década de 2010, los inversores privados apostaron en ese periodo por los suculentos márgenes de crecimiento africano y por un boom sostenible de las materias primas.

Pero las materias primas no fueron tan sostenibles como con el tráfico triangular de los siglos XV a XVIII entre África, América y Europa. Con ello se tambaleó el crecimiento y el resto de los ingredientes son los habituales: La conocida corrupción, que no es propiedad de mandatarios y administraciones africanas, claro está. Pero tiene sus particularidades diferenciadas de las del norte; la irresponsabilidad de prestamistas y un nuevo desatino del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a la hora de “adelantarse” al problema.

Hay dos máximas económicas de nuestro desarrollado norte que, según los expertos en la materia, son cuanto menos llamativas: la deuda pública nunca se paga, porque al fin y al cabo (salvo por recesión)  la economía y la inflación crece, con lo que solo hay que mantener a raya los niveles de endeudamiento en términos absolutos; y la deuda se reduce porque se mide en términos relativos. La otra máxima que lo complementa es que esa deuda no se devuelve porque realmente nunca se reduce en términos absolutos, puesto que siempre es reciclada y renovada cíclicamente por los tesoros nacionales.

En 2018 alrededor del 40% de los países de bajos ingresos de África se encontraba con problemas de deuda. Ya preveía el FMI que el crecimiento de económicas más avanzadas del continente bajara, con lo que perjudicaría a la región fronteriza. La deuda en moneda extranjera representa alrededor del 60% del total de la deuda pública de la región en promedio, y los pagos de intereses medios estaban en el 12% en 2017. Aterrizamos en una de las economías emergentes como la sudafricana: Según el último dato publicado, la deuda per cápita en Sudáfrica en 2018, fue de 3.050 euros por habitante. En 2017 fue de 2.873 euros. Lo interesantes es ver que en 2008 la deuda por persona era de 1.039 euros.

Aquí tenemos una pinza que no agrada a ninguno de los principales defensores de la condonación / anulación de la deuda: Entrar en las sobras de una recesión económica en el país, y hacer frente a una nueva vuelta de tensión sobre las ya agudas desigualdades sociales existentes. Una peligrosa combinación que nadie esperaba que un virus proveniente de Asia llegara a poner a dichos países sobre el abismo.

¿Dónde estamos ahora? Pues bien, China es “propietaria” del 40% de la deuda del continente africano, cosa que no es ningún secreto. Es más, China es uno de los principales acreedores de los países en desarrollo, superando con creces los préstamos que realiza a los países de África al de otros acreedores. El continente africano le debe un total de un tercio de su deuda, o 145 mil millones de dolares, según las estimaciones de los ministros de finanzas africanos, de los cuales 8 mil millones vencen este año. Los expertos de China Africa Research Initiative de la Johns Hopkins School of Advanced International Studies en Washington estiman que hubo 152 mil millones de dólares otorgados a 49 gobiernos africanos y sus empresas entre 2000 y 2018.

Y aquí es donde debemos diferenciar los préstamos de las deudas, ya que son dos cosas diferentes. Los prestamos tienen contrapartidas diferentes y tienden a ser reembolsados por los países africanos en distintas modalidades. Pero la deuda de tipo público, con una crisis como la actual, corre el riesgo de ser insostenible. A diferencia de los principales países occidentales que han proporcionado alivio de la deuda en el pasado, gran parte de la deuda de China con África tiene condiciones comerciales.

El gigante asiático, tal como afirman quienes conocen las relaciones comerciales China – África, no está listo para cambiar su enfoque y tratará el tema de forma bilateral en lugar de multilateral.  Las cancelaciones de deuda del dragón asiático han sido de 4 mil millones de dólares en deuda para países de bajos ingresos desde 2000, pero solo suponen un 5% de la totalidad de préstamos chinos. Son una pequeña categoría, denominados de ayuda exterior sin intereses, que habían alcanzado el vencimiento sin haber sido reembolsados ​​en su totalidad.

En este sentido, el doctor en ciencias sociales y especialista en china contemporánea Thierry Pairault en su última entrevista en Le Point Économie, afirma que “la presencia de los chinos en África no es una presencia de inversores, al contrario de lo que a menudo se nos presenta. África representa un mercado, un lugar donde China puede vender bienes y servicios manufacturados. Las cantidades de prestación de servicios en 2016 fueron 25 veces mayores que las de la inversión extranjera directa (IED) china en África. China proporciona servicios por los que se paga, y generalmente es el gobierno del país el que invierte”

China, el gran acreedor, no tiene como estrategia el establecerse en África con inversiones, sino vender productos y servicios de inmediato. La deuda no es el negocio del dragón asiático.

Álvaro Martín de Vega es consultor técnico de cooperación y educación, africanista y especialista en género, igualdad y nuevas masculinidades.

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