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Nuevo golpe de Estado en Níger

Nuevo golpe de Estado en Níger
Joven guardia de seguridad ataviado con un pañuelo tuareg. Imagen: Ana López García
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Ana López García

Periodista freelance

En Níger, el descontento de la población y de la cúpula militar por la crisis de seguridad y la mala situación socioeconómica han provocado el tercer golpe de Estado en el país contra el presidente Mohamed Bazoum desde su llegada al poder en 2021.

El 26 de julio, la Guardia Presidencial de Níger se sublevó y tomó el poder en Niamey. El ejército apoyó también el golpe de Estado “ante la situación de seguridad y la mala gobernanza económica y social”, según las declaraciones del coronel Amadou Abdramane. Así, el 29 de julio, el general Abdourahmane Tiani se convirtió en el nuevo líder del país, que era el dirigente de la Guardia Presencial desde 2011. A pesar de que la función de dicha guardia es proteger al presidente, las crecientes discrepancias con el presidente Bazoum y la posibilidad de que este le destituyese han podido provocar la revuelta del general.

La CEDEAO y la Unión Africana han impuesto graves sanciones a Níger y no descartan una intervención militar.

La mayoría de países occidentales no han reconocido al nuevo dirigente y han pedido la restitución del orden constitucional y la liberación de los miembros del Gobierno encarcelados tras la revuelta.

Por su parte, la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) han condenado el golpe de Estado y han llamado a los perpetradores del golpe a volver al orden constitucional en el plazo de una semana y restituir al presidente electo. Además, han impuesto graves sanciones a dicho país. Nigeria, que exporta a Níger el 70 % de la energía consumida por este último, ha cortado el suministro de electricidad para presionar al país.

Igualmente, el responsable de Asuntos Políticos y de Seguridad de la CEDEAO, Abdulfatar Musa, ha advertido de que “una intervención militar es la última opción sobre la mesa, pero debemos prepararnos a esta eventualidad”. Ante las declaraciones de la CEDEAO, los gobiernos de Mali y Burkina Faso, que se encuentran bajo el poder de los ejércitos de transición que tomaron el poder con un golpe de Estado, respectivamente en 2021 y 2022, han mostrado su solidaridad con el general Tiani y han afirmado que apoyarán militarmente a Níger si hay una intervención militar extranjera. Una delegación del ejército nigerino se ha reunido en Mali y en Burkina Faso con los jefes de Estado de ambos países esta semana para hablar de la nueva situación política tras el derrocamiento de Bazoum. Igualmente, una delegación de la CEDEAO se encuentra en Niamey para negociar con los ejecutores del golpe de Estado.

Mujer sosteniendo mijo. Imagen: © Ana López García

Un golpe militar apoyado por la población más joven

Al igual que ocurrió en Burkina Faso y en Mali, el golpe militar es ampliamente apoyado por la población, sobre todo por los más jóvenes. En un país donde un 58 % de la población es menor de edad y ha vivido casi toda su vida en democracia (el último golpe de Estado en 2010 duró menos de un año), resulta paradigmático que legitimen a un gobierno militar.

A pesar de que los manifestantes han quemado y saqueado la sede del partido político de Bazoum, la población pide que no haya un baño de sangre y se respete al presidente y a su mujer, que siguen secuestrados por los golpistas.

La pobreza que viven millones de jóvenes en el país ante la falta de oportunidades ha provocado manifestaciones masivas en apoyo al general Tiani, ya que ven en el nuevo régimen una posible esperanza. Según la antigua ministra de Sanidad de Níger, Fatimata Moussa, “muchos de los jóvenes en las manifestaciones piden que haya una revolución, un cambio de paradigma a todos los niveles”.

Desde hace una década, la inseguridad reina en todo el país por los ataques de los grupos islamistas en el Sahel. Ello ha generado más de 1200 muertes, cientos de miles de desplazados y mermado los derechos básicos de la población, como la educación o la salud.

A pesar de que las fuerzas armadas europeas, lideradas por Francia, y de Estados Unidos están luchando contra el terrorismo en dicho país desde hace casi una década, no han conseguido frenar el avance de la inseguridad. Ello ha provocado un sentimiento de frustración y de enfado entre los nigerinos, que ven cómo algunas potencias occidentales explotan sus recursos naturales y no cumplen sus promesas de aumentar la seguridad. Al igual que en Mali o en Burkina Faso, el sentimiento antifrancés y antioccidental ha ganado terreno ante una población cada vez más desesperada por el aumento de las acciones terroristas. Así, al igual que ocurrió en Burkina Faso en 2022, los manifestantes han atacado la Embajada de Francia, lo cual ha llevado a la diplomacia francesa a evacuar a sus compatriotas. Níger es uno de los pocos aliados que tiene Francia en el Sahel, además de un socio económico prioritario del que obtiene el 30 % del uranio que el país galo necesita para mantener sus centrales nucleares.

El incremento de los ataques terroristas y la pérdida del control del Estado sobre ciertas zonas del país es una de las principales razones del descontento de la población. Los desplazamientos y la inseguridad han generado una crisis alimentaria en las regiones más inestables. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Níger, el país cuenta con 378 000 desplazados internos y 255 000 refugiados de Burkina Faso, Mali y Nigeria que debieron dejar sus hogares por la inseguridad. En una población que basa su alimentación en la carne de ganado y la leche, según los datos de la Dirección Regional del Ganado en Níger, los terroristas robaron más de 100 000 cabezas de ganado entre 2020 y 2022, lo que dejó a miles de familias sin una fuente de ingresos y de alimentos. Según Naciones Unidas, más de 70 000 niños sufren desnutrición aguda.

Ganado encerrado en un establo. Imagen: © Ana López García

Más de 83 000 niños no pueden ir al colegio por la inseguridad

990 escuelas de primaria y secundaria han sido cerradas por los ataques de los terroristas, haciendo que más de 83 000 niños y niñas tengan que dejar de estudiar. Igualmente, hay centros de salud y mercados que han sido cerrados, por lo que las familias deben recorrer decenas de kilómetros para poder ir al médico y vender o comprar alimentos. Debido a la inseguridad y al coste del transporte, la población limita los desplazamientos al máximo, lo que empeora la situación sanitaria y económica de las familias.

La antigua ministra de Sanidad, una de las mujeres líderes del país, declara que “la población no entiende por qué las potencias extranjeras imponen sanciones al país, ya que al final son los ciudadanos quienes van a pagar las consecuencias del embargo y las sanciones”. Níger es uno de los diez países más pobres del mundo, por lo que el embargo empeoraría su situación económica y social.

La corrupción, la falta de distribución de las riquezas del país de forma equitativa y la represión de la libertad de expresión estos últimos años han generado un clima de frustración y descontento en la mayoría de la población que cree que la clase política no ha sabido resolver convenientemente los crecientes problemas del país. “Ante los problemas de la población, inevitablemente, hay golpes de Estado. No se justifican, pero están ligados al déficit de comunicación y de buena gobernanza global”, afirma Fatimata. “Hay que escuchar a la juventud africana”, sentencia la exministra.

Artículo redactado por Ana López García.

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