La llegada de Trump a la Casa Blanca ha supuesto un profundo cambio en la política de la superpotencia tanto a nivel interior como exterior. Desde la campaña electoral ya se podía vislumbrar que el continente africano no iba a ocupar una de las prioridades entre las políticas de Trump. Esto no es una novedad viniendo del mandatario que en 2018 se refirió a los países africanos como “agujeros de mierda” pero en los meses de mandato que llevamos con Donald Trump podemos ver que hay diferencias con respecto a la anterior legislatura.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención con respecto a la retirada del USAID. El 20 de enero, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que detuvo los programas de ayuda exterior durante 90 días a la espera de una revisión de “eficiencias programáticas y coherencia con la política exterior de Estados Unidos”. El 10 de marzo el secretario Marco Rubio anunció que había cancelado 5.200 contratos de ayuda exterior, el equivalente al 83% del USAID. El Secretario de Estado declaró: “Los 5.200 contratos que ahora están cancelados implicaron gastos de miles de millones de dólares en formas que no favorecieron (y en algunos casos incluso dañaron) los intereses nacionales fundamentales de Estados Unidos”. Con presencia en más de 120 países y un presupuesto anual que asciende a 42.800 millones de dólares, USAID canaliza cerca del 42 % de la ayuda humanitaria global, lo que le otorga una capacidad de intervención significativa en escenarios de crisis. Lejos de ser neutral, su asistencia ha estado históricamente condicionada por alineamientos políticos, apertura económica y cooperación en seguridad, configurando un dispositivo de acción exterior que opera bajo el discurso del desarrollo. Desde el año 2001 el programa ha tenido un desembolso de 3.000 millones de dólares anuales y ha sido una de las principales herramientas de poder blando de Estados Unidos en el sur global. Antes de su desmantelamiento, USAID empleaba a más de 10.000 empleados en más de 100 países. La disolución de USAID pone en peligro la prevención de enfermedades como el Ébola y VIH/SIDA ya que al mismo tiempo también ha anunciado que retirará a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud. La retirada de ayuda al desarrollo no es una novedad ya que países como Francia o Reino Unido han anunciado también recortes. No obstante, esta retirada de la ayuda estadounidense se ha visto como una oportunidad para otras superpotencias como China para aumentar su influencia en el continente africano a través de la cooperación en materia de salud.
Al mismo tiempo, los países africanos coinciden en la necesidad de buscar la autosuficiencia y depender paulatinamente cada vez menos de la ayuda externa. En los últimos años los países han puesto grandes esfuerzos para aumentar su autonomía y tener mayor control en la gestión de sus recursos naturales.
Otro de los grandes puntos de inflexión ha sido la polémica que han mantenido los gobiernos de Sudáfrica y Estados Unidos. Estados Unidos ha acogido a sudafricanos afrikaners a los que ha concedido el estatuto de refugiados. Los afrikaners son una minoría étnica blanca, descendientes principalmente de colonos holandeses que llegaron al Cabo de Buena Esperanza en el siglo XVII. Hoy representan poco más del 5% de la población en el país, en torno a unos 2,7 millones de personas. Los afrikaners gobernaron Sudáfrica durante el Apartheid y en 1913, se aprobó la Ley de la Tierra de Nativos en la que se favorecía la posesión de tierras por parte de la población blanca. La población blanca tomó la tierra por la fuerza y aunque el Apartheid terminó sobre el papel, la desigualdad en la distribución de tierras continuó presente. Hasta 1991 la población negra solamente poseyó solamente el 14% de la tierra cultivable y en 2017, la población blanca todavía poseía el 75% de dichos terrenos aptos para el cultivo. En la actualidad el Gobierno de Sudáfrica está tratando de hacer una devolución de las tierras, lo que está siendo un proceso enormemente complejo.
El presidente estadounidense ha realizado polémicas declaraciones sobre la situación de los Afrikaners, alegando que están siendo asesinados e incluso se enfrentan a un “genocidio”. Una idea repetida por la ultraderecha global, especialmente con la que se encuentra en Sudáfrica. Esta idea ha sido apoyada también dentro de la Casa Blanca por personas como Elon Musk, de orígen Sudafricano y donde su familia ha tenido importantes negocios. Esta afirmación es falsa ya que no está teniendo lugar una persecución sistemática contra este grupo de población. Si bien es cierto que los niveles de violencia en Sudáfrica son elevados pero no se dirigen hacia un grupo concreto. Sin embargo, con el argumento del genocidio, Estados Unidos ha abierto la puerta con el estatuto de refugiados a su país mientras cancela vuelos de 10.000 refugiados que ya tenían aprobada la entrada al país. Según la Cámara de Comercio Sudafricana en Atlanta, en torno a 70.000 sudafricanos expresaron su interés en viajar a Estados Unidos pero finalmente solo lo ha hecho un grupo de 49 personas.
Esta actuación le ha costado un aumento de las tensiones con el gobierno de Sudáfrica. En mayo de 2025 se dio la visita del presidente sudafricano,Cyril Ramaphosa, a la Casa Blanca. Durante el encuentro el mandatario estadounidense hablo sobre la supuesta “limpieza étnica” que sufrían los Afrikaners a lo que Ramaphosa alegó “la criminalidad en Sudáfrica afecta tanto a blancos como a negros”.
En junio de 2025 el gobierno de Donald Trump hacía oficial la prohibición de entrada en el país a los ciudadanos de 12 naciones, siete de los cuales son africanos. Los países afectados han sido Guinea Ecuatorial, Chad, República Democrática del Congo, Eritrea, Libia, Somalia y Sudán. Al mismo tiempo se han impuesto nuevas restricciones a personas procedentes de Burundi, Sierra Leona y Togo. La prohibición no revocó las visas ya concedidas a ciudadanos de los países afectados. Sin embargo, en la práctica, el margen para nuevas autorizaciones se reduce drásticamente. Salvo que el solicitante cumpla con criterios de exención altamente restrictivos, su solicitud será rechazada. El presidente ha vinculado esta decisión a razones securitarias y al supuesto peligro que suponen las personas que excedan su tiempo de visado. Las directivas de este tipo no son una novedad en las administraciones de Donald Trump ya que en su anterior legislatura se firmó una similar que afectaba a países mayoritariamente musulmanes y que posteriormente fue revocada por la administración Biden.
Probablemente la prohibición no se quede solo en estos países ya que el secretario marco Rubio ha firmado un documento por el que se incluirían otros 25 países africanos que serían: Angola, Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Camerún, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Yibuti, Etiopía, Egipto, Gabón, Gambia, Ghana, Liberia, Malawi, Mauritania, Níger, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sudán del Sur, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabue.
Algunos de estos países son llamativos porque se cuentan entre los que la administración Biden estuvo teniendo contactos para aumentar los lazos de cooperación con el objetivo de contrarrestar la influencia rusa y china en el continente. Sin embargo, Trump parece dispuesto a dinamitar los esfuerzos realizados por la anterior administración.
La nueva administración de Donald Trump se presenta mucho más agresiva de lo que fue la anterior. En los años que estuvo fuera de la Casa Blanca fue ganando apoyos dentro del partido republicano y actualmente no existen grandes contrapesos a sus políticas. Esto lo pagará el resto del mundo y en especial el sur global. El continente africano no se encuentra entre sus prioridades en política exterior pero las escasas acciones que ha emprendido hasta el momento han influido negativamente en las relaciones bilaterales y podemos vaticinar un empeoramiento de las mismas. Esto es recibido positivamente por actores que buscan aumentar o estabilizar su presencia en el continente africano y que son conscientes de que no lograrán la predominancia a nivel mundial sin contar con África.