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Nigeria, el gigante negro

Nigeria, el gigante negro
La inmensidad de Lagos. Imagen: google arts & culture
La inmensidad de Lagos. Imagen: google arts & culture

     Cuando el uno de octubre de mil novecientos sesenta, a orillas del Atlántico, en la ciudad de Lagos, se arrió la bandera británica y se izó la nueva y flamante bandera nigeriana, no sucede, estrictamente hablando, un episodio más de los hitos acaecidos en los meses y años precedentes, así como en los años y décadas posteriores, esto es las independencias de otros territorios coloniales, franceses, británicos, belgas, españoles, portugueses y sudafricano.

     Nace, en esa fecha, un país, en pleno corazón del África Negra, en el “fondo” del Golfo de Guinea, de dimensiones asiáticas, por su demografía y por su potencial económico, a las que habría que añadir su brillante, y relativamente excepcional en el ámbito subsahariano, patrimonio artístico.

     Gran Bretaña engloba en una sola colonia dos áreas culturales y geográficas bien definidas, el Norte, administrado desde la milenaria ciudad de Kano, y el Sur, gestionado desde la ya incipientemente febril y enérgica Lagos. Resultado de ello, a partir del año mil novecientos catorce comienza la convivencia, dentro de unas mismas fronteras, de norteños, en proceso de islamización masiva desde hacía varios siglos, y sureños, en proceso de cristianización, testimonial desde el siglo dieciséis y extensiva a lo largo de los siglos diecinueve y, especialmente, veinte.

     Las dos regiones meridionales, la sudoriental y la sudoccidental, mucho más permeables a la cultura europea que la septentrional, conservadora y feudal, se desarrollan más aceleradamente, más urbanizadas e industrializadas, sus pobladores, singularmente los yorubas y los igbos, coparon los puestos medios en la administración y los servicios, incluso en las ciudades septentrionales, donde residían, y lo siguen haciendo, en barrios propios, los denominados sabon gari. Se crea, consecuencia de tal situación, una pugna con trasfondo étnico y religioso. Los habitantes de la Región Norte, fundamentalmente los hausas-fulanis, y sustancialmente su casta dirigente, recelan de la pujanza de los emprendedores de las dos regiones costeras.

     Corolario de la contradicción socioeconómica, agudizada la misma por rivalidades étnico-religiosas, se conforman los partidos políticos, que preparan el camino a la independencia, con base en cada una de las regiones del país, encabezados por Tafawa Balewa, hausa-fulani, Obafemi Awolowo, yoruba, y Nnamdi Azikiwe, igbo.

     A lo largo de sus sesenta y dos años de existencia, la inicial Federación y actual República Federal de Nigeria, ha sufrido varios golpes de estado, alternados con períodos democráticos, como el actual, ya con varios decenios consolidados.

     Con el P.I.B. más alto de toda África, hace ya bastantes años que superó a Sudáfrica y a Egipto, basado el mismo en las exportaciones de petróleo, primer suministrador de España, y de gas, segundo abastecedor de nuestro país; con obras de ingeniería e infraestructura colosales en curso, puentes, redes ferroviarias y de metros, plantas industriales, mega puertos, ciudades futuristas en terrenos ganados al mar; con una población que ronda los doscientos diez millones de habitantes, veinticinco millones de ellos en la megalópolis de Lagos; con más de cien universidades; con un exquisito acervo artístico de más de dos mil años, expertos la denominan la “Grecia de África”; así como una pujante creatividad contemporánea en música, artes plásticas, literatura, cine, su Nollywood es de los mayores productores de películas en el mundo, a lo que habría que añadir una riqueza y variedad folklórica así como paisajística deslumbrantes.

     Con todo lo anterior, sólo faltaría superar la frase del literato nigeriano Anthony Enahoro … Dios creó el mundo en siete días y al octavo los nigerianos inventaron el caos… para que Nigeria se convierta en el verdadero gigante de África.

     Quizá un vaticinio de lo dicho se plasma en su capital federal, Abuja, en el centro geográfico del país. Planificada, equilibrada, pulcra, espaciosa y  verde, en el corazón de la misma, en un espacio cedido por el gobierno federal, cerca del Parlamento, el Palacio Presidencial y la Corte de Justicia, se alzan, majestuosos, dos edificios que acogen las dos almas de los nigerianos, la “National Mosque”, de orden  neoislámico, y la “National Christian Center”, templo cristiano ecuménico de estilos neogótico y yoruba, a un kilómetro uno del otro, símbolos de la tolerancia, la convivencia, el equilibrio y el respeto que la Constitución establece y que debe imperar entre las dos mitades del país.

Octavio Utrera, africanista

Puedes consultar la ficha de Nigeria en la web de Casa África.

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