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Cuando la pasión se une a los sueños

Cuando la pasión se une a los sueños
Jugadores del Single Leg Amputee Sports Club (Imagen: Pep Bonet)
Jugadores del Single Leg Amputee Sports Club (Imagen: Pep Bonet)
Jugadores del Single Leg Amputee Sports Club (Imagen: Pep Bonet)
Jugadores del Single Leg Amputee Sports Club (Imagen: Pep Bonet)

“No me importa lo que los otros digan de mí acerca de mi discapacidad. Antes estaba solo en la calle pidiendo limosna. Ahora puedo hacer cosas que muchos hombres con dos piernas nunca conseguirán hacer. Hoy puedo ser yo mismo. Soy Amadou Kamara, el jugador más joven del equipo. Y en el campo, trabajo para el delantero centro. Cuando recibo la pelota, nadie me puede parar. Yo hice los tres pases de gol contra Nigeria en la Copa Africana de amputados.”

La oscuridad del cielo empieza a abrirse y a llenarse de colores azules y violetas que anuncian un nuevo día. Amadou abre las cortinas de su habitación. Las nubes corren por encima de las montañas que rodean su casa. Se frota los ojos y se levanta del colchón con ayuda de las muletas que duermen siempre a su lado. Es muy pronto, pero el camino es muy largo. Con una bolsa a sus espaldas, empieza a descender por el camino que lleva hasta la carretera principal, en busca de un transporte para ir hasta el centro de Freetown, la capital de Sierra Leona.

El olor de la lluvia y los pájaros despertándose acompañan el sonido de las muletas que siempre le precede. Al pie de la colina, ya se escucha el rumor de la gente y se distingue el color del movimiento. Mientras zigzaguea hábilmente entre puestos de buñuelos y vendedores de todo, Amadou busca un lugar de privilegio entre el numeroso gentío que se agolpa en los arcenes y bordes de la calle. Los ojos de Amadou se clavan en una furgoneta que se acerca a su posición. Escrito en la parte delantera se puede leer: Dientes blancos, corazón negro. No es su destino, es su espíritu. Por la ventana, el asistente del conductor grita para convocar a los pasajeros que inician una carrera en busca de un asiento. “Cada mañana tengo que pelearme con las personas de dos piernas para poder coger el poda poda. Nadie te respeta. Incluso te empujan. Hay que tener paciencia con nosotros. No es fácil vivir con los amputados», comenta.

Pegado al cristal de la furgoneta que avanza entre cláxones y gritos por las calles repletas de buena mañana, los ojos de Amadou se entrecierran. Recuerda y sueña: “Yo no sé por qué me querían matar. No sé qué hizo el gobierno a esos rebeldes para que empezaran esta guerra. Aquel día yo estaba en la calle vendiendo arroz. Los rebeldes entraron en el pueblo y nos dispararon. Era enero de 1999 y yo tenía diez años. Nadie podía hacerse cargo de mí. Y  mi familia me envió a Freetown al campo de amputados».

Visita del equipo de One Goal a Barcelona en 2010
Visita del equipo de One Goal a Barcelona en 2010

Allí los inicios fueron muy duros. Nadie se preocupaba de ellos. Pero un día, una amigo llamado Lagao, el primer capitán que tuvo el equipo, le paró por el campo y le dijo: “El sábado jugamos. Ven a vernos. Verás lo que somos capaces de hacer”. La noche anterior apenas pudo dormir. En aquel momento, Amadou estaba en una silla de ruedas. Pensaba que nunca sería capaz de jugar al fútbol. «Pero aquel día, cuando toqué la pelota por primera vez, ¡Dios devolvió la alegría a mi vida!», recuerda.

La furgoneta se detiene de golpe y se abre la puerta corredera: «¡Aberdeen!», grita el ayudante del conductor mientras tiende la mano. Amadou se despabila, y le entrega unas monedas acompañado de un signo de resignación y complicidad para que éste acepte el trato. Clava las muletas en la calle y salta del vehículo.

“El equipo se ha convertido ahora en mi familia. Y con él he conseguido hacer cosas que nunca hubiera podido hacer antes. He viajado y he visto como viven los amputados de otros países. Como en Brasil. Allí tienen un asiento reservado en los transportes y no tienen que pagar. Son respetados y queridos por los suyos. Por eso ahora quiero seguir estudiando y luchar por los derechos de los amputados y de los pobres en Sierra Leona. Sigue habiendo muchos de mis amigos arrastrándose y pidiendo por la calle. Desde el suelo todo parece muy alto. Y yo quiero cambiar esto».

Sierra Leona renace después de diez años de guerra civil. Una guerra en la que, como siempre, no hay ganadores y si muchos vencidos. En 1999,  Naciones Unidas conseguía imponer la paz. Una paz que ha sido hasta ahora la gran esperanza en la reconstrucción del país. Y de entre las cenizas de un campo de refugiados de Freetown, nació en el año 2001 un pequeño equipo de fútbol constituido por jóvenes amputados durante la guerra, el Single Leg Amputee Sports Club.

Para aquellos jóvenes desplazados, sin familia y traumatizados por los efectos de la guerra, el poder unirse a un grupo, compartir diversión y esperanza y sentirse apoyado por otros en su misma situación, consiguió devolverles gran parte de la fuerza necesaria para afrontar el futuro. Su pasión, el fútbol, pasaba a convertirse también en una herramienta crucial para ayudarles a superar su trauma y para reincorporarse a la sociedad.

Durante los años del proceso de paz posteriores a la guerra (2001 a 2005), el equipo se va organizando poco a poco y sus jugadores se convierten en auténticos atletas. Organizan partidos de demostración en la capital que reúnen mucho público y donde sorprenden por sus habilidades. Inician así una segunda etapa de su existencia en donde ejercen una labor de sensibilización de su propia sociedad y de educación de sus conciudadanos que los lleva a constituirse como asociación deportiva (SLASC – Single Leg Amputee Sports Club) para la promoción del deporte para discapacitados.

De esta manera, los jóvenes amputados, icono de la guerra de Sierra Leona, pasaban a ser ahora los iconos de la reconstrucción y reconciliación social. Ellos son las víctimas del pasado y la esperanza del futuro. El fin del proceso de paz iniciado por Naciones Unidas llevó al desmantelamiento del campo de refugiados, pero el SLASC ha seguido con su labor de sensibilización, formando nuevos equipos en poblaciones de Sierra Leona. Actualmente son 8 equipos y más de 200 miembros en la asociación.

Por qué el fútbol
La pasión por el fútbol es el motor de todo el proyecto que utiliza la energía y la fuerza que el equipo de Sierra Leone es capaz de transmitir en su juego potente y poderoso para atraer la atención hacia la situación de las personas con discapacidad y se centra en promocionar, apoyar y promover sus actividades.

El proyecto  se aleja del victimismo y de los prejuicios que nos presentan tradicionalmente a África como un continente triste y necesitado de ayuda y trabaja en el refuerzo, crecimiento y coordinación de la sociedad civil, elemento imprescindible para el desarrollo social de una comunidad.

La Selección Española de Fútbol recibió al equipo de One Goal en 2010
La Selección Española de Fútbol recibió al equipo de One Goal en 2010

La capacidad de impacto en la sociedad  de Sierra Leona a través de la sensibilización y el cambio provocado en la percepción de la discapacidad  que el equipo de Sierra Leona ha conseguido en los últimos diez años, son la razón y el camino para iniciar una nueva etapa centrada en la promoción y expansión en África de la experiencia de Sierra Leona.

A través del fútbol, la reintegración de personas con discapacidad por un lado y la percepción de la discapacidad en las comunidades por otro, han conseguido cambiar la sociedad del país.

Durante los últimos años, numerosos países han iniciado un camino paralelo: la creación de un equipo de fútbol para reintegrar a personas amputadas. En países como la República Democrática del Congo, Sudán, Sudáfrica, Níger, Mozambique o Etiopía, han empezado a ponerse en marcha o están preparando la creación de equipos y están demostrando  su interés en integrarse en las estructuras existentes (AFFA -African Football Federation for Amputees).

Mediante la experiencia de Sierra leona pero también a través de la experiencia de otros equipos ya creados (como Liberia, Ghana o Senegal) y de las conclusiones obtenidas en los últimos años, SLASC pretende convertir el fútbol a una pierna en una herramienta de educación y sensibilización pero también de activismo en discapacidad y paz.

Sergi Agusti, (Barcelona 1967, productor cultural y realizador de documentales) conoció al equipo en 2003 de la mano de su amigo y fotógrafo, el mallorquín, Pep Bonet y quedó impactado por la pasión y la fuerza de su juego, pero también por el mensaje que el equipo quería transmitir al resto de su sociedad. Desde entonces, y junto a SLASC, han intentado promover alrededor del mundo y apoyar sus iniciativas y en 2008 fundaron la Asociación One Goal.

Entre las entidades que han promovido las actividades de SLASC y sin las que muchos de los sueños de los jugadores de fútbol no se hubieran cumplido se encuentran, por ejemplo, Casa África, Consejo Superior de Deportes, Universidad Complutense de Madrid, Esport Solidari internacional, Escuela de la Federación Española de Fútbol, Fundació FC Barcelona, Fundació Atlético de Madrid, Banca Cívica, Associació Amputats Sant Jordi, Fundacio Helping to Help, Institut Desvern, Universitat de Barcelona INEF, Fundació Pere Terrés, Fundació DAMM.

También hay que extender el agradecimiento a las decenas de particulares y entidades sociales, organizadores de festivales de documentales, de exposiciones de fotografía, programadores de TV y editores y periodistas de todo el mundo por su contribución a la labor de difusión del mensaje del equipo para que llegue lo más lejos posible.

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