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La mala alimentación cambia la forma en que el cuerpo combate la infección: esto podría proteger contra una COVID-19 grave

La mala alimentación cambia la forma en que el cuerpo combate la infección: esto podría proteger contra una COVID-19 grave
Lavado de manos con jabón en prevención del covid19. Imagen: Davyimage en Wikimedia Commons

Al comienzo de la pandemia de la COVID-19, el número de casos en el continente era todavía modesto. Pero las predicciones y proyecciones sugerían que la enfermedad iba a arrasar África.

En abril de 2020, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África dio la voz de alarma:

“Entre 300 000 y 3,3 millones de africanos podrían perder la vida como consecuencia directa de la COVID-19, dependiendo de las medidas de intervención adoptadas para detener la propagación”.

La Oficina Regional para África de la Organización Mundial de la Salud pronosticó que hasta 190 000 personas podrían morir en el primer año de la pandemia si no se controlaba la COVID-19 en África.

Doce meses más tarde, esos terribles pronósticos no se han cumplido en su mayor parte. A finales de abril de 2021, el total de casos de COVID-19 en África ascendía a 4 431 639, con unas 117 934 muertes registradas. Solo en Sudáfrica se produce un tercio del número de casos, pero casi el 50 % de las muertes. De hecho, 117 943 muertes son trágicas, pero la cifra no es ni mucho menos tan alta como algunos predijeron.

Se están barajando muchas teorías posibles para este brote comparativamente modesto. Una teoría apunta a la población atípicamente joven de África: los jóvenes tienen menos riesgo de padecer COVID-19 grave y de ser hospitalizados. Otra teoría es que las poblaciones africanas podrían tener una resistencia genéticamente ligada al coronavirus. Algunos piensan que el uso generalizado de tratamientos farmacéuticos y vacunas infantiles, como los medicamentos contra la malaria y la vacuna infantil Bacillus Calmette-Guerin, podría tener algo que ver, mientras que otros apuntan a la menor densidad de población del continente.

En nuestro reciente artículo exploramos los posibles vínculos entre la infección por el SARS-CoV-2, la enfermedad COVID-19 y la nutrición. La malnutrición grave es la causa más frecuente de inmunodeficiencia en el mundo en desarrollo.

Nos centramos en la malnutrición que conduce a niveles deficientes de leptina, como se observa en la malnutrición proteico-energética, una deficiencia de proteínas en la dieta, a pesar de una ingesta suficiente de calorías. La malnutrición proteico-energética es un problema mundial, y aunque esta condición ha disminuido en Asia, los países africanos han informado de un aumento continuo. La leptina es una hormona que se produce en las células grasas del cuerpo y tiene múltiples funciones en el sistema inmunitario.

La deficiencia de leptina causada por la desnutrición ciertamente no protege a una persona de la infección por el coronavirus causante de la COVID-19. Pero, basándonos en el trabajo de otros en medicina molecular e inmunología, sugerimos que podría contrarrestar el daño causado por la inflamación excesiva que se produce con la enfermedad COVID-19. Por supuesto, esto no sería una razón para relajar los esfuerzos para combatir cualquier forma de desnutrición.

La leptina aumenta la respuesta del organismo a las citoquinas inflamatorias, proteínas que regulan la inflamación. Los pacientes COVID-19 positivos con sobrepeso tienden a tener niveles de leptina más altos, y los niveles altos de leptina se asocian a la COVID-19 severa. Por lo tanto, el impacto de la leptina en el sistema inmunitario y su correlación con la progresión y la gravedad de la COVID-19 podrían convertirla también en un valioso biomarcador para predecir los resultados de los pacientes.

Nutrición, leptina y sistema inmunitario

La malnutrición incluye la desnutrición (emaciación, retraso en el crecimiento o bajo peso), la insuficiencia de vitaminas o minerales, el sobrepeso y la obesidad. Sabemos que la desnutrición se ha relacionado con cambios en el sistema inmunitario, especialmente con la desnutrición proteico-energética.

El sistema inmunitario de las personas con una ingesta nutricional equilibrada responde a las infecciones liberando citoquinas. Se trata de moléculas de señalización que ordenan al sistema inmunitario que ataque a los microbios invasores. Lo más habitual es que el ataque adopte la forma de una inflamación. Una vez que los microbios invasores son eliminados del cuerpo, la inflamación desaparece y el cuerpo vuelve a la normalidad. Este cuidadoso equilibrio de activación y desactivación de la respuesta inflamatoria es crucial para el funcionamiento normal del organismo.

Como hemos aprendido en el último año, en muchos casos graves de la COVID-19 el sistema inmunitario produce una oleada de citoquinas, conocida como “una tormenta de citoquinas”. Esto provoca una respuesta hiperinflamatoria prolongada que hace más daño que bien cuando ataca a los órganos del cuerpo.

En las personas con niveles bajos de leptina, como las que sufren desnutrición proteico-energética, el sistema inmunitario produce más citoquinas antiinflamatorias y menos inflamatorias.

Este cambio en la respuesta inmunitaria a favor de un perfil antiinflamatorio contrarrestaría, en teoría, las nefastas consecuencias de la respuesta hiperinflamatoria que suele observarse en los casos graves de la COVID-19, en los que los órganos del paciente pueden resultar dañados.

Pero también es posible que esta respuesta antiinflamatoria pueda enmascarar los síntomas de las personas desnutridas infectadas por COVID-19. Podría parecer que tienen un resfriado o una gripe leve o moderada en lugar de la COVID-19. Esto significa que el verdadero número de infecciones por COVID-19 podría subestimarse y contribuir a la transmisión de la enfermedad porque la gente no sabe que está contagiada.

Mirando hacia el futuro

Los cierres internacionales han puesto de manifiesto los problemas relacionados con la inseguridad alimentaria. Esto incluye el consumo de la cantidad correcta de los nutrientes adecuados.

En este caso, teorizamos que los niveles deficientes de leptina causados por la malnutrición podrían proteger contra la COVID-19 grave y la muerte relacionada con la COVID-19. Esta podría ser otra razón por la que estamos viendo menos muertes por COVID-19 de las esperadas en África.

Pero incluso si esto fuera cierto, no deberíamos ignorar el hecho de que la malnutrición está matando a millones de personas y no deberíamos frenar los esfuerzos para eliminar la inseguridad alimentaria a nivel mundial.

Artículo redactado por Burtram C. Fielding y Dewald Schoeman. Fue publicado originalmente en inglés en The Conversation y traducido al español por Julio César García Sosa para Casa África.

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