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La evolución de la astronomía en Sudáfrica durante las últimas dos décadas

La evolución de la astronomía en Sudáfrica durante las últimas dos décadas

Hace dos décadas, la astronomía sudafricana emprendió un viaje trepidante de la mano de una iniciativa que buscaba atraer y formar a los futuros científicos en esta disciplina, gracias a la cual se acogió al primer grupo de estudiantes bajo el auspicio del programa National Astrophysics and Space Science Programme (Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales).

Durante este tiempo, se ha llevado a cabo la construcción de complejos telescópicos punteros, entre los que destacan el Southern African Large Telescope (SALT) y el radiotelescopio MeerKAT, un precursor del proyecto internacional Square Kilometre Array (SKA). Ambos se suman a los ya existentes Observatorio Astronómico de Sudáfrica (SAAO) y el Observatorio de Radioastronomía de Hartebeesthoek.

El Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales ha desempeñado un papel crucial a la hora de velar porque estas instalaciones no se utilizaran únicamente para el beneficio de los socios internacionales: también ha permitido que los participantes desarrollen habilidades esenciales de análisis de datos que serán de utilidad para la creciente mano de obra en el ámbito de la tecnología de vanguardia.

En el marco del vigésimo aniversario del programa, aprovechamos este espacio como astrónomos participantes en este viaje, tanto en calidad de organizadores como de contribuidores o de beneficiarios, para valorar el impacto y la repercusión que ha tenido en el país.

Un poco de historia

La historia astronómica de Sudáfrica, cuyo origen se remonta 200 años atrás, dio un salto de gigante en el año 2000 con la aprobación por parte del gobierno de la construcción del Southern African Large Telescope.

MeerKAT Radio Telescope.
Imagen: © Morganoshell en Wikimedia Commons

Más allá de su impacto científico, la idea del proyecto era atraer y formar al talento joven y abordar, así, las carencias en los ámbitos científico e ingeniero en el país.

En aquel momento, Sudáfrica solo contaba con 40 astrónomos doctorados. Todos ellos, blancos. No era sino el resultado de un sistema educativo fundamentado en el sesgo racial preconizado durante el periodo del apartheid.

En 2001, los astrónomos comenzaron a prepararse para el desarrollo del proyecto Southern African Large Telescope, así como de otros futuros. El Square Kilometre Array surgió como una oportunidad para albergar un gigantesco radiotelescopio internacional que permitiría, entre otros, investigar los orígenes del universo. Por desgracia, la falta de astrónomos sudafricanos constituía una amenaza para la óptima ejecución de ambos proyectos, así como para la participación del continente africano.

Leer más: How visionary scientist Bernie Fanaroff put African astronomy on the map

Trazar una ruta

Para ser un astrónomo titulado se necesita estar en posesión de un doctorado en astronomía, física o alguna materia relacionada. Una vez finalizada la educación secundaria, lo normal es que se tarde 10 años en obtener dicha titulación. En aquella época, menos del 1 % de los estudiantes negros que terminaba los estudios de secundaria lograba matricularse en un grado de ciencias relacionadas con la física o la astronomía.

No cabía duda de que las universidades debían colaborar para lograr un cambio de paradigma. La pequeña comunidad de astrónomos del país se encontraba dispersa a lo largo de ocho universidades y dos instituciones nacionales.

Por consiguiente, se decidió poner en común recursos para establecer un Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales. De este modo, los profesores universitarios y los expertos de los observatorios nacionales podrían contribuir a la enseñanza, a la par que los estudiantes podrían decantarse entre una plétora de proyectos de investigación.

Esta colaboración, en la que participaba lo que posteriormente sería el Organismo Espacial Nacional de Sudáfrica, iba encaminada a orientar a los estudiantes a través de los estudios de grado con distinción honorífica y de máster. Su misión era la de fomentar la cooperación con independencia de los intereses de cada institución e iba dirigida a los científicos jóvenes, sobre todo a aquellos que provenían previamente de comunidades desfavorecidas.

Los principales objetivos quedaban así definidos:

  • Atraer a los estudiantes de postgrado.
  • Captar a estudiantes de otros países africanos.
  • Fomentar la matriculación de egresados de enseñanza obligatoria en estudios universitarios de física.
  • Hacer de la participación en el programa un atractivo para todas las universidades socias.

Para atraer a estudiantes brillantes de contextos desfavorecidos resultaba fundamental contar con becas que cubrieran las necesidades básicas. En este sentido, la financiación de fundaciones privadas, en concreto, la Ford Foundation, la Mellon Foundation y la Canon Collins Trust, complementó las exiguas becas de la National Research Foundation (Fundación Nacional de Investigaciones).

Hoy en día, el principal financiador es el Departamento de Ciencia e Innovación.

Las becas son adecuadas, más que generosas. Sea como sea, los estudiantes han logrado labrarse futuros prometedores al amparo del programa, lo que ha permitido transformar la astronomía y la ciencia espacial más allá de Sudáfrica.

Pfesesani van Zyl, participante del programa, dijo:

El viaje al SALT fue una experiencia altamente transformadora […]. Al ser una niña que creció en un pueblecito, la idea de dedicarme a la astronomía parecía un sueño que nunca se haría realidad, sobre todo, por ser una chica de color […]. Aun así, esa visita supuso romper con esos esquemas mentales que me constreñían.

En palabras de un antiguo beneficiario, Roger Deane, quien actualmente ejerce como profesor de la University of the Witwatersrand, el programa fue fundamental a la hora de

acercarnos a los astrónomos más reputados del país […]. Me ayudó enormemente a valorar la posibilidad de decantarme por la astronomía.

Hitos

A mediados de 2023, se habían acogido al programa 439 estudiantes de grado con distinción de honor y 215 estudiantes de máster en los ámbitos de la astrofísica y la ciencia espacial. En los próximos meses, se espera que se gradúen 27 estudiantes de grado y 21 de máster, cifras similares a las que se estiman en el curso académico de 2024.

En 2023 se llevó a cabo una encuesta sobre el programa con 230 personas, de las cuales 53 eran egresados universitarios de 19 países africanos, entre los que destacaban, por orden de participación, Uganda, Madagascar, Etiopía, Kenia, Zambia y Sudán. Muchos de ellos han regresado a sus países de origen.

Miriam Nyamai, antigua participante, declaraba lo siguiente:

Gracias al programa, pude colaborar con investigadores de otras partes del mundo, lo que me posibilitó trabajar en proyectos de investigación punteros, asistir a conferencias internacionales y dar charlas sobre mi labor.

Impacto

El impacto que han tenido aquellos participantes que se han acogido al programa supera lo puramente académico. Muchos de ellos han iniciado un periplo profesional de éxito en diferentes sectores, como la industria, la educación o la Administración.

Los egresados han contribuido en hallazgos astronómicos increíbles. Algunos ejemplos son la producción de las primeras imágenes de agujeros negros con la ayuda del Event Horizon Telescope, el descubrimiento de algunas de las galaxias más distantes que se conocen hasta la fecha o utilizar el Southern African Large Telescope para investigar los restos de algunas estrellas binarias gigantescas y agujeros negros con actividad poco frecuente a varios años luz de distancia.

La labor de varios de los participantes se ha visto reconocida por organizaciones nacionales e internacionales, y algunos de ellos se encuentran ejerciendo en puestos clave de investigación y de enseñanza en universidades sudafricanas. Más de 30 de ellos están contratados en las instituciones nacionales de astronomía y la agencia nacional espacial, mientras que algunos otros ocupan cargos de prestigio en otras partes del mundo. Sudáfrica cuenta hoy en día con 200 astrónomos titulados, si bien no todos ellos provienen del Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales.

A pesar de ello, cubrir las vacantes de astrónomo en Sudáfrica sigue siendo una asignatura pendiente. Ello se debe a la confluencia de diferentes factores, como la financiación, las oportunidades más allá del mundo académico y la falta de itinerarios profesionales claros. El Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales no puede ser más que una pequeña solución para un problema sistémico complejo.

¿Qué depara el futuro?

La evolución del programa ha sido incesante desde que se estableciera. En la actualidad, los estudiantes deben manejar grandísimas cantidades de datos complejos de diferentes tipos y fuentes. El aprendizaje automático y la inteligencia artificial están a la orden del día. Los estudiantes deben saber lo que estas herramientas pueden o no hacer, pues rebasan la frontera de nuestro entendimiento. Se trata de un reto tanto para discentes como para docentes.

El principal obstáculo en la actualidad es, tal y como lo fue hace 20 años, ayudar al personal de las universidades a colaborar entre las instituciones para que su trabajo se vea reconocido y recompensado. Ello exige que los responsables de las instituciones entiendan que las colaboraciones entre universidades son una inversión para sus propias organizaciones, así como para el progreso de la ciencia sudafricana en general.

En enero de 2024 se celebrará un simposio de dos días en la University of Cape Town, en Sudáfrica, para conmemorar el vigésimo aniversario del Programa nacional de astrofísica y ciencias espaciales.

Artículo redactado por Patricia Ann Whitelock, Daniel Cunnama y Rosalind Skelton y publicado originalmente en inglés el 15 de enero de 2024. Ha sido traducido con la colaboración de Casa África. Traducción: Eduard Galán.

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