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La próxima frontera de las plataformas de streaming

La próxima frontera de las plataformas de streaming
Los gigantes del entretenimiento buscan conquistar el mercado africano como su espacio de crecimiento
Los gigantes del entretenimiento buscan conquistar el mercado africano como su espacio de crecimiento. Imagen: © Nicolas J Leclercq en Unsplash
Carlos Bajo Erro

Carlos Bajo Erro

Periodista cofundador de Wiriko

Los gigantes del entretenimiento buscan conquistar el mercado africano como su espacio de crecimiento

Supa Team 4 es la primera serie de animación original de Netflix producida por un estudio africano. La propuesta zambiana se estrenó en julio de este año. La libreta negra ha sido la primera película africana en alcanzar el top tres global de la plataforma de streaming. El thriller nigeriano se estrenó en septiembre. Son solo dos ejemplos del goteo constante que se ha producido durante el último año de noticias de películas y series producidas en África que han conquistado las pantallas de todo el mundo a través de plataformas de streaming. Junto a esos grandes éxitos globales, Netflix informaba ampliamente en abril de su inversión de 175 millones de dólares, entre 2016 y 2022, en la producción de contenidos a través de las industrias audiovisuales de Sudáfrica, Kenia y Nigeria, además de otras cifras para la creación de empleos en esos países, la aportación a la actividad económica, los impuestos pagados o los recursos generados para las familias. Paralelamente, Gangs of Lagos ha sido la primera producción original africana de Amazon Prime Video, uno de los pilares de la expansión de la plataforma en África. Ned Mitchell, responsable de originales para África y Oriente Medio de Prime Video y Amazon Studios, transmitía claramente la voluntad de la compañía en las semanas previas a este lanzamiento: «Ahora tenemos una estrategia de contenido local específica para el continente en todos los ámbitos, desde originales desarrollados y producidos por Amazon Studios hasta una interesante lista de licencias con productores de primer nivel».

Noticias positivas, aplausos para la creatividad de las producciones africanas y anuncios de inversiones en las industrias audiovisuales locales sostienen el discurso de las grandes plataformas de entretenimiento. Todas estas informaciones responden a la intención de mostrar el interés de las compañías de streaming por crecer de manera constructiva en África. El hecho es que el continente supone el próximo gran mercado por conquistar, es decir, la bolsa de nuevos espectadores (clientes) más suculenta para su negocio en los próximos años. Los argumentos de los gigantes globales del entretenimiento apuntan a la expansión de la producción cultural africana; a una posibilidad de llegar a las pantallas de medio mundo, como nunca antes habían tenido, y, en paralelo, una oportunidad de reforzar las industrias audiovisuales locales y la mejora de su productividad, es decir, esa dimensión de desarrollo económico que insiste en el pago de impuestos y la creación de puestos de trabajo.

Sin embargo, esta vía de inserción de las producciones cinematográficas en la industria global del entretenimiento representa un dilema que el discurso más popular trata de obviar. La euforia por el interés de las plataformas de streaming en las producciones africanas tiene detractores que, sobre todo, advierten del riesgo de empobrecimiento cultural. Los referentes culturales del norte global son poderosos y la mayor parte de los espectadores de las grandes compañías de servicios de vídeo todavía están en esa parte del planeta, de manera que es al público que buscan seducir las series y películas. Las producidas en África no son excepción. Y, de hecho, la muestra del éxito es haber generado interés en esos mercados del norte global. Las voces críticas temen que esta búsqueda de aprobación acabe limando las particularidades de las producciones africanas, haciéndolas pasar por los moldes de los referentes más extendidos y provocando una cierta homogeneización.

A las cautelas anteriores que centran su preocupación en la colonialidad cultural se suman algunos matices frente a la euforia del discurso de las propias plataformas, que han querido mostrar su interés y su preocupación por el mercado africano. Marie Lora-Mungai es una experta en las industrias creativas africanas que ha trabajado como asesora, inversora y emprendedora. Ella reconoce que “para las plataformas mundiales de streaming, África es la última frontera, además de un mercado con un enorme potencial de crecimiento”, pero señala que las compañías “se han tomado su tiempo para entrar en el continente y lo están haciendo con cautela”, de ahí que hayan centrado su interés en los principales mercados del continente: Sudáfrica, Nigeria y Kenia. Lora-Mungai advierte que a las empresas “les sigue resultando difícil conseguir abonados a nivel local” de manera estructural debido a “los persistentes problemas de conectividad o los costes de los datos móviles” que hacen que “pagar por un servicio global de streaming siga siendo un lujo para la mayoría de los habitantes del continente”. A eso se suma la situación actual con un contexto de “hiperinflación y depreciación de las monedas locales”. “Netflix, Amazon Prime Video y el resto saben que, cuando se trata de África, tienen que jugar a largo plazo”, sentencia Marie Lora-Mungai.

Esta experta, además, minimiza la importancia del argumento cultural. “Los equipos africanos de Netflix y Prime Video están dirigidos por africanos que proceden de los sectores audiovisuales locales y están encargando contenidos locales para atraer al público local”, asegura. Lora-Mungai destaca que ese interés por la búsqueda de abonados locales empuja a las plataformas a impulsar producciones que respondan a los gustos locales y que un éxito global es un valor añadido. “No piden a los cineastas africanos que produzcan contenidos occidentalizados”, asegura esta experta.

Las plataformas globales de streaming han buscado su implantación, fundamentalmente en Sudáfrica, Nigeria y Kenia, tres países en los que ya había una industria audiovisual suficientemente madura y un mercado potencial considerable (tanto por la demografía como por las condiciones económicas). Ese desembarco en espacios ya avanzados reduce la carga de construcción del ecosistema, aunque Lora-Mungai advierte que el impacto de las plataformas en las industrias audiovisuales locales viene dado por la disposición “de presupuestos más elevados que los compradores locales”, lo que les hace reclamar “un mayor valor de producción” y “contribuye a elevar el listón general en términos de calidad”.

En todo caso, el apetito de las plataformas globales se ha topado con la competencia de estructuras más implantadas en los mercados locales, como Showmax. Se trata de propuestas de entretenimiento que tampoco han querido dejar pasar la evidencia de un mercado creciente y prometedor. Marie Lora-Mungai considera que esta competencia por los mercados africanos es, en realidad, una fantástica ocasión para que los gobiernos graven las actividades de estos operadores, así como los de otros gigantes de Internet con una fuerte carga en el entorno audiovisual, como Google, Facebook o Tiktok. “Este dinero podría utilizarse para apoyar el desarrollo del sector audiovisual de cada país”, propone la experta en industrias culturales africanas. Medidas de este tipo podrían equilibrar el apoyo selectivo de las grandes plataformas de streaming que, en realidad, únicamente están trabajando con un puñado de estudios y productoras de primera línea y propiciando una mayor concentración del mercado.

Artículo redactado por Carlos Bajo Erro.

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