La actual crisis de combustible en Mali no es solo un episodio más de un largo conflicto contra el terrorismo, sino que marca una nueva fase en la estrategia de Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), filial de Al Qaeda en el Sahel, al atacar la economía de la capital. El 3 de septiembre de 2025, JNIM anunció que bloquearía los suministros de carburante en el sur de Mali y cortaría el paso a Kayes y Nioro du Sahel, dos ciudades clave para el transporte de bienes y personas hacia Senegal y Mauritania. Este bloqueo posteriormente afectó también a las rutas desde Guinea y Costa de Marfil. La ruta hacia Senegal es particularmente importante puesto que es la que representa alrededor de un 70% de las mercancías malienses transitan por el puerto de Dakar, convirtiéndola en un eje económico vital para el país.
El bloqueo se ha convertido en la ilustración más clara de cómo ha evolucionado la estrategia de JNIM, que tras más de una década expandiéndose en Mali la guerra económica ya llega al corazón del país. Es importante recordar que la estrategia de bloquear ciudades ha sido una utilizada de manera regular por JNIM en el norte y en centro del país de manera regular, con bloqueos frecuentes en ciudades como Tombuctú, pero hasta septiembre, no había habido bloqueos de tal envergadura que afectasen a Bamako de manera directa.
De Kayes a Bamako: un bloqueo en tres fases
En los primeros días tras el anuncio, el bloqueo afectó principalmente al oeste de Mali. Los ataques se centraron en el eje Kayes-Nioro y los tramos de carretera cercanos. Varios camiones cisterna fueron incendiados entre Kayes y Nioro, con secuestros de varios conductores y con extorsiones a comerciantes y camioneros. En esta fase, Bamako aún no se encontraba bajo una presión severa. El combustible seguía estando disponible en la mayoría de las estaciones; el verdadero impacto se produjo en Kayes y a lo largo de la frontera occidental. El ejército maliense respondió con ataques aéreos en la zona de Kayes, intentando reabrir el corredor.
A partir de mediados de septiembre, la estrategia de JNIM pasó de un bloqueo localizado al oeste del país a una campaña más sistemática contra todos los camiones cisterna de combustible que abastecían a todo el país. Más comunicaciones de JNIM aparecieron en el que se reiteraba la prohibición de importar combustible y se extendió de manera generalizada el bloqueo a las demás rutas, particularmente se comenzó a atacar a los camiones procedentes de Senegal y Costa de Marfil, ambas rutas cruciales para el abastecimiento de Mali. El 21 de septiembre, en el que esta autora se encontraba en Bamako, todavía había combustible disponible en la mayoría estaciones de servicio, su impacto en la capital todavía no se había materializado.
Ya en octubre, los yihadistas comenzaron a atacar simultáneamente distintos corredores con artefactos explosivos improvisados y emboscadas a lo largo de las principales rutas, incluso cuando los convoyes comerciales viajaban escoltados por militares. La presión se concentró especialmente en tres zonas. En la región de Sikasso, la zona de Kolondiéba se convirtió en un punto neurálgico, con emboscadas repetidas cerca de Kadiana contra convoyes procedentes de Costa de Marfil. A lo largo del mes, decenas de camiones fueron incendiados y numerosos conductores asesinados o capturados. Más al sur, en el eje de Loulouni (Sikasso), en la frontera, el JNIM mantuvo una campaña sostenida de ataques. Por último, en el corredor Neguela–Soribougou (a unos 60 km de Bamako), el grupo atacó convoyes militares que escoltaban camiones cisterna e incendió la mercancía.
Para entonces, la escasez de combustible ya había llegado claramente a Bamako, las gasolineras se quedaron sin carburante y las colas se alargaban durante varias manzanas. A finales de octubre, la crisis paralizó la capital hasta tal punto por la falta de combustible que el transporte público dejó de funcionar y el día 27 de octubre el Gobierno suspendió todas las clases durante dos semanas ya que ni los profesores y los estudiantes podían desplazarse. Algunas embajadas occidentales (como Estados Unidos, Australia, Alemania, Italia, Francia, España, Reino Unido, entre otros) han aconsejado a sus ciudadanos que abandonaran el país.
La estrategia de JNIM en el sur: la presión económica como herramienta política
La presión económica en el sur, como estrategia, no surge de manera repentina, sino que fue precedido por un claro cambio en la estrategia de JNIM hacia el corazón económico del sur y el oeste de Mali. Por ejemplo, el 1 de julio de 2025, el grupo lanzó siete ataques casi simultáneos contra posiciones militares, económicas y administrativas en Kayes, Nioro du Sahel, Niono, Molodo, Sandaré, Gogui y Diboli. Dos de los ataques fueron en una fábrica de cemento y en una fábrica de neumáticos en Kayes. Como se ha mencionado previamente, estas tácticas se han utilizado desde el principio de la expansión en las poblaciones del centro y sobre todo del norte del país, así como en Burkina Faso de manera frecuente.
Desde septiembre, la presión ejercida sobre el combustible es el intento más efectivo para asfixiar la economía del sur del país. El combustible no sólo sirve para desplazarse, sino que el sistema energético depende en gran medida de los generadores diésel, tanto para el suministro eléctrico público como para el suministro eléctrico privado en empresas, desde talleres hasta clínicas, y hogares. Los precios de los alimentos también han aumentado por el encarecimiento de los costos de transporte y la ayuda humanitaria también se ha visto afectada, no sólo en Bamako y sus alrededores sino en localidades remotas que dependían del transporte desde Bamako.
JNIM ha sido capaz de proyectar su poder, atacando las rutas de transporte principales del país, sin necesidad de mantener una presencia visible y permanente en los centros urbanos. Los controles de carretera, las emboscadas y el control temporal de tramos de autopistas son suficientes para interrumpir los flujos de combustible y para que Bamako y su población se hayan visto directamente afectadas de una manera grave y sostenida en el tiempo. El objetivo de esta estrategia también ha sido atacar la legitimidad del régimen en los ojos de las poblaciones, socavando una de las principales reivindicaciones del gobierno que es su capacidad para mejorar la situación de seguridad en el país.
Uno de los efectos paradójicos a corto plazo ha sido una disminución ligera de los incidentes graves en el centro ya que el bloqueo también ha afectado a los grupos yihadistas y no disponen de la misma cantidad de carburante que antes. Las operaciones se han concentrado por parte de las fuerzas armadas y los grupos yihadistas en las carreteras del sur, redirigiendo parte de la guerra hacia el sur del país. A pesar de la gravedad de la crisis, varias fuentes sobre el terreno detectan signos de cansancio por parte de JNIM. Mantener docenas de puestos de control, coordinar emboscadas en tres regiones y operar en múltiples frentes implica una presión logística considerable.
La respuesta de las autoridades, la situación actual y prospectiva.
El gobierno ha desplegado importantes recursos para paliar la crisis. El ejército ha organizado grandes convoyes fuertemente escoltados bajo el paraguas de la campaña Fouga Kene, consiguiendo parcialmente romper el bloqueo y garantizando que cientos de camiones llegasen a Bamako. Estos no han sido suficientes para evitar la escasez y las consecuencias sociales y económicas (falta de transporte público, cierre de escuelas), pero también explican por qué no se ha llegado a paralizar por completo la ciudad. A mediados de noviembre, los convoyes de combustible siguen estando bajo amenaza constante. Los ataques se dirigen contra los camiones no solo cuando están llenos, sino también cuando están vacíos, lo que hace que cada movimiento sea arriesgado y obliga a las autoridades a organizar convoyes fuertemente escoltados en ambas direcciones.
Aun así, la situación ha mejorado ligeramente desde finales de octubre, reabriendo las escuelas y reanudando el transporte público de manera gradual. La principal preocupación ahora radica menos en el precio oficial en las gasolineras que en el mercado criminal que ha surgido en torno a la escasez. Formalmente, los precios en las gasolineras no han subido de manera exponencial, pero al ser el suministro irregular se ha creado una economía irregular que, según contactos locales, ha provocado subidas de hasta 5 euros el litro en el mercado negro. La presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad en algunas gasolineras es un intento directo de intervenir asegurando la disponibilidad real.
Por último, a pesar de ciertas narrativas que aparecen en algunos medios, no considero que una toma del poder en Bamako por parte de JNIM sea un escenario plausible a corto plazo. Si bien el grupo ha demostrado una notable capacidad para interrumpir las cadenas de suministro, y ejercer una presión significativa sobre el Gobierno, estas capacidades no deben confundirse con los fundamentos políticos, organizativos y sociales necesarios para gobernar un país. En esta etapa, el JNIM parece orientado principalmente a disputar y erosionar el poder del Estado, más que a posicionarse para asumir el control directo de las instituciones centrales.
Artículo firmado por Beatriz de León Cobo, directora ejecutiva del think tank Instituto Español de Análisis Migratorio. Directora de una consultora independiente llamada Sic Transit Advisory; investigadora y analista especializada en seguridad, diplomacia, dinámicas políticas y sociales, análisis de conflictos y radicalización violenta en África Occidental y el Sahel.
Esta publicación en el blog de Casa África, EsÁfrica.es, ha sido financiada con cargo al proyecto “COMPASS” (1/MAC/4/7.2/0018), aprobado en el marco del programa de cooperación territorial INTERREG VI D MADEIRA-AZORES-CANARIAS, MAC 2021-2027, cofinanciado en un 85% con fondos FEDER
