Fura, la bebida tradicional que nutre a un país

Maïmouna con la bebida tradicional fura. Foto facilitada por la autora del artículo: © Ana López García

Ana López García

Periodista freelance

Maïmouna Diora es una mujer líder en Níger. La empresaria y presidenta de la Asociación Nigerina de Federaciones Interprofesionales de leche, una entidad que agrupa a las asociaciones de ganaderos y productores e industrias lecheras con el fin de desarrollar la industria local de lácteos, es un ejemplo para miles de mujeres de este país del Sahel. En un país donde el sector ganadero y lechero está dirigido mayoritariamente por hombres, ser la líder de tal confederación demuestra la inteligencia y el liderazgo de esta mujer apasionada con contribuir al desarrollo sostenible de su país.

La presidenta estudió agroquímica aplicada a la alimentación y a la salud en Marruecos. Tras acabar sus estudios, volvió a Níger. “Había un banco que daba fondos a jóvenes graduados que terminaban sus estudios, así que aproveché la oportunidad, pedí un préstamo y creé “La lechería del Sahel” porque quería transformar la leche local para hacer buenos yogures como los que tenía en Marruecos”. La empresaria fundó, hace ya más de 20 años, la primera empresa de lácteos en Níger que consiguió producir y comercializar a gran escala una bebida tradicional de esta región africana, el fura, uno de los múltiples productos que la etnia peul cocina a base de leche. Además de esta bebida tradicional peul, también elaboran yogures enriquecidos con minerales y vitaminas a precios asequibles.

El fura, que en la lengua local hausa significa «bola de mijo», era realizada por las mujeres, principalmente nómadas, que poseían ganado. Tras fermentar la leche en calabazas, la mezclaban con las bolas de mijo ya cocinadas. Esta bebida tan nutritiva por sus carbohidratos, fibra, calcio y proteínas ha sido siempre un elemento esencial para las poblaciones de pastores nómadas del Sahel. Debido a que una vez mezclado el cereal con la leche fermentada perecía rápidamente, su ingesta estaba limitada a las poblaciones que criaban ganado, ya que apenas se comercializaba.

Esta bebida tradicional es consumida en zonas rurales de diversos países del Sahel donde hay pastores peul, como Burkina Faso, Mauritania o Mali, pero con la comercialización en supermercados y la venta en botellas y envases de plástico han conseguido que su consumo se expanda también a la población urbana y sedentaria. En un país como Níger, donde según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas la malnutrición crónica en los niños de 6 a 59 meses es del 47 % y más de un millón y medio de niños sufren malnutrición moderada, poder comercializar lácteos a gran escala en un territorio tan amplio ha favorecido la mejora de la alimentación de miles de familias.

“Cuando fui a estudiar a Marruecos, vi que el yogur estaba en los pueblos, estaba en todas partes, cualquiera podía comprarlo y era barato. Era muy bueno, tenía un buen sabor por la leche local. Cada vez que lo compraba, decía: tan pronto como tenga la oportunidad, haré lo mismo en Níger”. Y así lo hizo. En 2006 creó su propia empresa de lácteos en Niamey. En esta época, el comercio de yogures en Níger era minoritario. “Había una necesidad en el país. El consumo de yogur era un lujo, era para la gente que tenía dinero en las grandes ciudades, poca gente lo conocía”, afirma la empresaria. “Al mismo tiempo, sabía que había mucha malnutrición y que teníamos leche local, por lo que podíamos mejorar la nutrición en Níger”. El yogur y el fura, al ser casi líquidos, pueden ser consumidos por niños pequeños, quienes tienen los mayores déficits nutricionales, junto con las mujeres embarazadas, en el Sahel.

La malnutrición hace que el retraso en el crecimiento infantil en los niños y niñas nigerinos menores de 5 años fuese de un 46,7 %, según la Organización Mundial de la Salud en 2020. Este retraso en el crecimiento tiene graves consecuencias para la salud del infante y puede desencadenar problemas cognitivos. Esta patología se debe principalmente a la escasa diversificación en la dieta y la falta de acceso a los alimentos en los hogares más pobres. Por eso, la leche es más que una simple bebida en Níger. De hecho, es un alimento de base que contribuye significativamente a la seguridad alimentaria y, a la vez, tiene un valor sociocultural. Además, está asociado a la identidad peul, tiene un valor religioso y curativo, es símbolo de abundancia y está presente en todas las comidas de esta etnia.

La producción se hace en la fábrica en Niamey, pero venden en localidades muy alejadas de la capital. “En Agadez y Zinder, por el momento, tenemos clientes a los que les enviamos los productos en autobuses. Hacen los pedidos, los ponemos en neveras (portátiles) y los enviamos a Agadez, Maradi, Rosso”. A las grandes ciudades que están cerca de la capital, un día a la semana un camión lleva los productos lácteos. pero a las poblaciones más lejanas solo les envían si alguien hace un pedido. El 80 % de la población nigerina vive en zonas rurales, lo que dificulta el acceso a la electricidad, pero también a alimentos fortificados que se producen en las grandes ciudades por los problemas en el transporte en un país con una superficie casi 2,5 veces mayor que la de España y con escasas redes de transporte.

“La leche es un producto perecedero que se echa a perder rápidamente, así que necesitamos camiones refrigerados, lugares para mantener la cadena de frío. Ahora mismo no podemos permitirnos comprar un camión refrigerado”, explica la presidenta de ANFILAIT. Según un informe del Banco Mundial en 2021, solo el 18 % de la población tenía acceso a la electricidad, por lo que los productos perecederos como los lácteos han de ser consumidos cuando se compran.

A pesar de que la ganadería ocupó, de acuerdo al Banco Mundial, el 15 % del PIB en 2022, la producción de leche no era suficiente para abastecer toda la demanda del país, por lo que tenían que importarla. La leche importada en polvo es consumida masivamente porque el coste es menor que la leche líquida y no tiene problemas de perención como la leche fresca. Las grandes multinacionales producen en masa esta leche en polvo y consiguen venderla en Níger a un coste menor, lo cual perjudica al sector lechero local.

La empresa de Maïmouna utiliza leche fresca de vaca para elaborar sus productos. Aunque sopesó usar leche de camella, la cual es muy consumida en el Sahel, al no haber suficientes productores que pudieran abastecerle la gran cantidad de leche que necesitaba para elaborar los diferentes productos lácteos decidió decantarse por buscar a productores de bóvidos.

La dureza del clima y las dificultades de cultivar en este país por sus tierras áridas hacen que no se pueda cultivar en una gran parte del país, lo que encarece los precios de los alimentos. El golpe de Estado de 2023, las sanciones de la CEDEAO, así como el terrorismo que azota el país y que ha generado el desplazamiento de medio millón de personas que huyen de la violencia, han generado que 2,2 millones de personas estén en riesgo de inseguridad alimentaria en 2025. Así, esta empresa social que crea alimentos fortificados, producidos localmente, a precios asequibles con productos locales, ayuda a las mujeres embarazadas y lactantes y a niños a alimentarse mejor y contribuye al refuerzo de la economía local. El sector privado también está jugando un rol en el desarrollo social de Níger, lo cual es más necesario que nunca, ante la salida de una gran parte de las ONG del país tras el cambio de régimen en 2023 y los recortes en ayuda humanitaria de Estados Unidos y otros países occidentales.

Artículo de Ana López García.

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