El matrimonio en África Occidental ha desempeñado un papel fundamental en la conformación de aspectos de la sociedad y ha evolucionado con el tiempo. Aunque las uniones heterosexuales tradicionales van a la cabeza, existe desde hace siglos una práctica menos conocida pero importante: el matrimonio entre mujeres.
En mi investigación, estudié esta institución, que permite a una mujer asumir el papel de marido casándose con otra mujer. Hay pruebas de matrimonios entre mujeres en más de 40 sociedades de África Occidental, entre las que se encuentran los igbo de Nigeria, los frafra de Ghana y los dahomeyano de la actual Benín.
Así es como funciona: una mujer, a menudo rica o de alto estatus, paga una dote y toma una esposa de la que se espera que tenga hijos. Un pariente varón o pareja elegida, que se conoce como el padre biológico, engendra a los niños. Los niños pertenecen legalmente a la mujer que ejerce de padre y se consideran parte de su linaje. Esto refuerza las estructuras de parentesco, así como los lazos familiares dentro de las comunidades y clanes tradicionales, fundamentales para las sociedades africanas.
A diferencia de las uniones románticas entre personas del mismo sexo, se trata de contratos sociales cuyo objetivo es preservar el linaje, asegurar la herencia y mejorar la capacidad de acción económica y política de la mujer.
Las mujeres que ejercen el papel de marido adquieren un control considerable sobre las propiedades al asumir el papel de cabeza de familia. Esto les permite poseer y gestionar bienes independientemente, un derecho reservado normalmente a los hombres.
Asegurar herederos a través de sus esposas garantiza la continuidad de su linaje y la herencia de sus propiedades y su estatus. Consolida su capacidad de acción e influencia a largo plazo en la comunidad.
La unión también les otorga más capacidad jurídica: pueden celebrar contratos, resolver conflictos y representar a su familia en asuntos legales, lo que las empodera aún más en una sociedad patriarcal.
Todo esto se traduce en una influencia considerable. Las mujeres que ejercen de marido pueden ocupar puestos de autoridad e inspirar respeto. Desafían los roles de género tradicionales.
Las distorsiones coloniales y las ideas equivocadas de hoy en día han oscurecido el significado y la función de esta práctica históricamente frecuente. A pesar de su importante papel, ha decaído con el tiempo. Con el creciente estigma, las costumbres antiguas se han vuelto menos comunes.
Mi investigación tiene como objetivo hacer énfasis en el valor histórico del matrimonio entre mujeres. Ofrece una perspectiva para entender las complejidades de los sistemas de género africanos, la capacidad de acción de la mujer y las estructuras sociales.
Una tradición con raíces en el parentesco y la estabilidad social
Mediante una combinación de entrevistas orales, investigaciones de archivo y reseñas literarias, descubrí que hay varios supuestos en los que se practica el matrimonio entre mujeres en África Occidental.
En Okrika, en el estado de Rivers, en Nigeria, por ejemplo, me contaron cómo a una mujer casada que no tiene hijos varones en su familia se le permite casarse con una mujer para que nazca un hijo varón en la familia. Si no nace un hijo varón de su matrimonio y esta tiene dinero, la cultura le permite casarse con más de una mujer siempre y cuando pueda cuidar de ellas y nazca un hijo varón de la unión que lleve el nombre de su familia.
En mi entrevista con Nkemjirika Njoku, jefe de los igbo de Mbaise, en Nigeria, este describió otro supuesto: explicó que si un hombre moría sin herederos varones, sus hijas podían pagar una dote por una mujer que diera a luz a niños en su nombre. De esta manera, se aseguraban de que su linaje no desapareciera.
De manera similar, un estudio muestra cómo entre los frafra de Ghana:
Una mujer rica puede casarse con una o más mujeres para su marido mediante la aportación de una dote. Estas mujeres tienen hijos en su nombre en caso de que esta no tenga hijos u ofrecen mano de obra extra
Estos relatos ilustran cómo el matrimonio y el parentesco se complementan y cómo esta práctica proporcionaba a las mujeres influencia económica y movilidad social, que competían a menudo con las de los hombres.
Perturbaciones coloniales y desafíos modernos
A pesar del importante papel de la tradición, durante el siglo XIX los funcionarios coloniales europeos y los misioneros cristianos malinterpretaron y condenaron la práctica.
Considerándola a través un marco moral victoriano (valores rígidos y conservadores de la Gran Bretaña del siglo XIX que hacían hincapié en los roles de género estrictos, la represión sexual y la pureza moral), la equipararon erróneamente con la homosexualidad y trataron de prohibirla. Por ejemplo, en 1882 las autoridades coloniales británicas en Ghana penalizaron las relaciones entre personas del mismo sexo. Estas leyes incluían los matrimonios entre mujeres, a pesar de su importancia cultural muy arraigada.
Sin embargo, esta práctica continuó en diferentes formas, aunque se volvió menos frecuente.
En algunos casos, las uniones se reestructuraron sutilmente para evitar el escrutinio colonial. Los participantes las enmarcaban más como asociaciones de negocios o acuerdos familiares que como matrimonios. Por ejemplo, muchos comerciantes destacados utilizaban las uniones para expandir su riqueza y sus redes de negocio. Como ejemplo, entre los comerciantes textiles hausa-fulani del califato de Sokoto, una viuda rica podía casarse con una mujer para gestionar su negocio. Esto garantizaba que los hijos nacidos de ese matrimonio heredaran su riqueza.
¿Subvertir o reforzar el patriarcado?
Hoy en día, el matrimonio entre mujeres sigue malinterpretándose.
Algunos argumentan que refuerza las estructuras patriarcales, mientras que otros lo mezclan con las relaciones lésbicas.
La creciente influencia del cristianismo y el islam ha llevado a su estigmatización. Mientras tanto, los sistemas jurídicos modernos no reconocen estos matrimonios, lo que deja a las mujeres que ejercen de marido y a sus hijos en situación de vulnerabilidad en conflictos por herencias.
Los avances en tecnología reproductiva proporcionan medios alternativos para tener hijos, lo que reduce la necesidad de estos matrimonios.
Sin embargo, en mi opinión, esta tradición sigue siendo un sistema valioso y poderoso. Destaca el ingenio de las sociedades africanas para crear estructuras alternativas de poder, parentesco y seguridad económica, sobre todo para las mujeres.
Basándome en mi investigación, llegué a la conclusión de que el matrimonio entre mujeres es un ejemplo de constructo de género africano flexible. El género no está ligado estrictamente al sexo biológico, sino a las funciones y responsabilidades sociales. Las sociedades africanas han adaptado ingeniosamente el matrimonio y el parentesco para satisfacer necesidades económicas y sociales.
Más que una práctica matrimonial, el matrimonio entre mujeres ha sido una reivindicación de la capacidad de acción de la mujer, una estrategia económica y un medio para preservar el linaje.
Artículo de Bright Alozie.
Este artículo ha sido publicado originalmente en inglés por The Conversation y traducido al español por la colaboración de Casa África. Traducción de José Manuel Quintana Armas.
Imagen de portada: © Dércio Comuana en Pixabay