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2016, Habré cumplirá condena perpetua y el TPI se tambalea

2016, Habré cumplirá condena perpetua y el TPI se tambalea
H. Habré durante la primera audencia de su juicio (foto: elmundo.es)
H. Habré durante la primera audencia de su juicio (foto: elmundo.es)
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Ángeles Jurado

Periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África
H. Habré durante la primera audencia de su juicio (foto: elmundo.es)
H. Habré durante la primera audencia de su juicio (foto: elmundo.es)

Este año también ha sido un año movido en lo que a política se refiere en el continente africano.

El presidente keniano, Uhuru Kenyatta, anunció este mes de diciembre que revisará la pertenencia de su país al Tribunal Penal Internacional, alegando interferencias entre este organismo y la soberanía nacional de Kenia. Ya en la última cumbre de la Unión Africana, Kenyatta instó a los países africanos a abandonar el TPI, al que considera un instrumento de dominio occidental que se ceba en líderes y figuras del continente. Kenia se sumaría así a Burundi, Sudáfrica y Gambia, que ya notificaron este año su voluntad de abandonar el Estatuto de Roma en 2017. Namibia podría unirse al club y Chad, República Democrática del Congo y República Centroafricana aparecen en las quinielas de las deserciones posibles en un futuro algo más lejano. En estos momentos,  todos los casos investigados, excepto uno, Georgia, se centran en África. Se trata de Uganda, República Democrática de Congo, Darfur (Sudán), República Centroafricana (dos sumarios), Kenia, Libia, Costa de Marfil y Mali. Los más eminentes, además de varios señores de la guerra en Uganda y la República Democrática del Congo y el atentado contra el patrimonio histórico de Tombuctú, son los referidos a las violencias electorales en Kenia (donde se acusaba al propio Kenyatta) y contra Laurent Gbagbo, expresidente marfileño, y su ministro de Juventud, Charles Blé Goudé.

Mientras que la justicia universal y la lucha contra la impunidad se llevaron un serio varapalo en el TPI, triunfó en el caso contra el exdictador chadiano Hissène Habré.

El año 2016 pasará a la historia por su condena a cadena perpetua y confiscación de todos sus bienes por crímenes de guerra, torturas, crímenes contra la humanidad, violación y esclavitud sexual. El veredicto se alcanzó en Dakar en junio y da por finalizado un proceso histórico: por primera vez, un mandatario africano ha sido juzgado en el continente por jueces africanos en aplicación del principio de justicia universal.  Hissène Habré lideró el gobierno de Chad entre 1982 y 1990. Durante este tiempo, su régimen se empleó a fondo en la tortura a decenas de miles de personas: se estima que unas 40.000 fueron asesinadas o murieron en los distintos centros de detención del país,  tanto opositores como miembros de las etnias Hadjarai y Zaghawa, acusados de conspirar contra la seguridad del Estado, y población civil del sur del país. Habré ejerció, en plena Guerra Fría, de contrapoder en el territorio frente a la Libia de Muhammad Gadafi, motivo por el que contó con el decidido apoyo de potencias occidentales, como Francia y Estados Unidos, que cerraron los ojos ante la brutalidad de su represión. Tras su derrocamiento en 1990, el dictador huyó del país con todo el dinero que pudo llevarse y se instaló en Senegal, donde logró la protección del régimen de Abdou Diouf. Sin embargo, las víctimas, encabezadas por un contable tenaz llamado Souleyman Guengueng, lograron sentarlo en el banquillo con la ayuda de organismos internacionales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.

Resumiendo muy rápidamente, el año que dejamos atrás casi acaba con los gobiernos de Joseph Kabila y Yaya Jammeh, puso plazo a la retirada de José Dos Santos y prolongó la vida política de Mugabe hasta una fecha indefinida. Hubo cambio pacífico y democrático de presidente en Ghana y en el reverso de la moneda, nuevos (los cuartos) retrasos en las elecciones de Somalia, a las que se presentaba una mujer por primera vez, Fatumo Dayib. Gabón pasó por unas controvertidas elecciones en agosto que todavía colean, puesto que Jean Ping, el líder opositor, denunció en este mes de diciembre al presidente Ali Bongo ante el TPI, al tiempo que la misión de observadores electorales de la Unión Europea señalaba anomalías en el proceso. El terrorismo golpeó en Uagadugú y Bassam y el Daesh se afianzó en el Sahel, aunque las poblaciones locales les plantaron cara con música y alegría. El conflicto de baja intensidad en Mozambique se intensificó sin ruido. Los apagones de internet se generalizaron y se contrastaron en países como Gabón, Gambia o República Democrática del Congo. Oímos hablar de las protestas en Oromo (Etiopía) gracias a los Juegos Olímpicos de Río y de las huelgas universitarias del #FeesMustFall en Sudáfrica. El Congreso Nacional Africano recibió un varapalo en las elecciones sudafricanas. Burundi desapareció.

Las noticias son, por definición, malas. Las cosas buenas no suelen llegar a los grandes titulares. Pero también hubo alegrías y cosas que celebrar en África en el año que ahora acaba.

En la parte positiva,  se logró la liberación de una veintena de las niñas de Chibok, que pasaron la Navidad en sus casas, y la Universidad de Garissa,  que sufrió una masacre de 147 estudiantes el año pasado, reabrió sus puertas. Los grupos armados del Delta del Níger declararon una tregua a final de año y apostaron por comenzar negociaciones de paz con el gobierno. En un momento en que muchas fronteras se cierran y los movimientos de personas se restringen, se dieron los primeros pasos para la creación de un pasaporte africano.

Ángeles Jurado es periodista y forma parte del equipo de Medios de Comunicación de Casa África.

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